La Realidad es algo indudable que se
patentiza cada que estamos en ella. No se duda de la Realidad sino de cómo
es. El ser de la Realidad es discutible (el Idealismo y el Realismo
discutirán al respecto), pero estar en ella, no. El modo de
manifestación de las cosas siempre es en modo real. Llamo a esto: carácter
de realidad. Muy en la línea de Xavier Zubiri, el carácter de realidad es
una formalidad de las cosas, el modo de aparición de la cosas
–independientemente de su contenido– es en modo real. El carácter de realidad
se manifiesta de diversos modos según la cosa real de la que es carácter.
Aclarar los matices tiene fuertes implicaciones prácticas: el distinguir los
resultados físicos de las conclusiones metafísicas, o los acercamientos
matemáticos o experimentales de los míticos o rituales; no se nos manifiestan
del mismo modo la causa de una aceleración (la fuerza) que la Causa Primera
(Dios). La Realidad es una, pero posee diversos modos de manifestarse, esto
significa que aun siendo una, posee distintos elementos que la estructuran.
La Realidad es siempre Realidad estructural. Las cosas reales se
resisten, no se puede inteligir de ellas lo que sea; se trata de no confundir
los modos de manifestación de lo real a fuer de poder integrar en un discurso
coherente la totalidad de lo real. Todo es real, pero no todo es del mismo modo
real, aquí propongo la distinción entre la consistencia conceptual, la existencia
física y la subsistencia metafísica. En la Realidad estructural,
consistencia, existencia y subsistencia no son modos consecutivos de ser
real sino modos constitutivos de estar realmente. En este sentido,
bien podemos decir que la Realidad es una, pero que al estar estructurada,
tenemos varias «ventanas» por las que podemos escudriñarla.
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